Un saludo para toda la Hermandad Penitencial del Santisimo Cristo del Espíritu Santo. Cuando el próximo Viernes de Dolores desfilemos por las calles de Zamora con nuestro Santo Cristo, la Hermandad cumplirá con el ritual más esperado de la misma, podrá mirar a sus origenes y el tiempo transcurrido y plantearse el presente e intentar proyectar su continuidad. Para la vida de una persona, más de cuarenta años es mucho tiempo, ya hay otra nueva generación empujando, ocupando su propio espacio vital. De todo lo pasado en la Hermandad, durante todo este tiempo, se pueden contar tantas cosas. Unas mejores que otras. Se podría analizar lo recorrido desde muchos aspectos ... surgirían, también, muchas anécdotas. Desde la Biblia, cuarenta es un número muy significativo. Espero que para los hermanos de primera hora, como los israelitas que salieron de Egipto, este tiempo transcurrido les haya servido para conocer más y mejor a Dios. Supongo que a poco que hayan interiorizado la fe, sepan conocer, mejor, lo que anida en lo más profundo de su ser humano, y "que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Esta "palabra de Dios" hecha carne, nuestro señor Jesucristo, tuvo su particular periplo en el desierto. Empujado por el espíritu estuvo cuarenta días con sus noches donde la existencia se pone a prueba desde la precariedad. Y tuvo hambre, y sintió las ganas de reafirmar la existencia a cualquier precio o asegurarse lo cotidiano pagando el precio de la libertad. En su victoria sobre toda tentación nosotros podemos vencer, ser rescatados de nuestras caídas y debilidades. Por incrédulos, los israelitas que fueron arrancados por Dios "con mano fuerte" del poder del faraón no entraron en la Tierra Prometida. Menudo chasco, dar vueltas y vueltas por el desierto por su corazón obstinado y su dura cerviz, "siempre murmurando" del Señor. Fue la siguiente generación la que entró en la Tierra de las promesas. No me gustaría pensar que algún hermano lleve tantos años de procesión y su vida esté al margen del conocimiento de Dios, de lo bueno que es y esté maldiciendo de la vida. la fe, nuestra fe cristiana es de una belleza inigualable, es un fármaco potente para la vida en nuestros desiertos particulares. Ellos no conocieron a Jesucristo. Nosotros que tan habituados estamos a él hemos de reconocerlo y aceptarlo y, más aún, seguir sus huellas. En todos estos años transcurridos Dios nos busca y nos habla al corazón, nos atrae con lazos de amor. Esta vivencia del amor de Dios ha de ser transmitida a las nuevas generaciones de hermanos. Necesitan conocer la hermandad; que finalidades la fundamentan; lo que ha sido en su periplo vital hasta hoy; lo que es en la actualidad, que carencias tiene o que retos que superar si no quiere perder su verdadera identidad. Para los mortales, cuarenta años son mucho. Para Dios, mil días en su presencia es un ayer que pasó. La experiencia de lo temporal que tenemos nos marca de tantas maneras. El Señor de la historia, Jesucristo, nos lo da redimido. Te recuerdo que caminamos aliado, detrás de uno que entrando en el tiempo venció a la muerte y nos abrió paso a la eternidad.

 
Un saludo cordial de vuestro capellán
 
 
Publicada en el Boletín informativo 20 (2015).
Foto: Triduo en honor del Smo. Cristo del Espíritu Santo 2015. Archivo de la Hermandad.